jueves, 3 de noviembre de 2011

Orfeo, el príncipe de la música

Fuente de Orfeo
Orfeo era un príncipe hijo del rey de Tracia, Eagro, y de la musa Calíope que se dedicaba especialmente a la música e inspiraba los temas y los ritmos a los artistas. La vida de Orfeo transcurría dedicada a su instrumento preferido, la lira, que había perfeccionado añadiéndole dos cuerdas para obtener mejores sonidos. Había estudiado los números mágicos babilonios y con su música era capaz de amansar a las fieras, dominar las tormentas y ablandar las rocas para conseguir trasladarlas sin esfuerzo.
Se casó con Eurídice, una ninfa que habitaba en los bosques cercanos a su ciudad. El destino quiso que Eurídice muriera a causa de la picadura de una serpiente. Orfeo, desconsolado, decidió bajar a los Infiernos para recuperarla, confiando para ello en el poder de su música. Consiguió su propósito y le devolvieron a su mujer. Pero no soportó la condición impuesta por los dioses del inframundo, Hades y Perséfone: no debía volver la mirada para ver a su mujer hasta que no estuviera fuera de los infiernos.
Cuando ya estaba viendo la luz de la claridad terrenal, Orfeo se volvió para asegurarse de que su mujer lo seguía y en ese mismo instante ella se desvaneció como una sombra. Orfeo intentó de nuevo recuperarla, pero ya todo fue inútil. Durante el resto de su vida, Orfeo se dedicó a la música y a los cultos secretos que buscaban la felicidad en otra vida.
Muchos han sido los compositores musicales que se han inspirado en la historia de Orfeo. De ellos destacamos a Claudio Monteverdi y a Christoph Willibald Ritter von Gluck. Del primero podéis oir un fragmento en el que Eurídice desconsolada se lamenta de no volver a ver la luz ni poder estar ya más con su esposo.

El primero de ellos había nacido en Cremona el 15 de mayo de 1567, y murió el 29 de noviembre de 1643, en Venecia. Su obra, Orfeo favola in música, está considerada como la primera ópera seria de la historia de la música. Superior en estilo a las escritas hasta el momento, representa tal vez la evolución más importante de la historia del género, imponiéndose como una forma culta de expresión musical y dramática. Se trata de una reivindicación del papel del músico en la sociedad. A través del hábil uso de las inflexiones vocales, Monteverdi intentó expresar toda la emoción contenida en el discurso del actor, alcanzando un lenguaje cromático de gran libertad armónica. La orquesta, muy ampliada, era utilizada no sólo para acompañar a los cantantes, sino también para establecer los diferentes ambientes de las escenas.
En cuanto a Christoph Willibald Gluck, era un compositor alemán de origen germano-bohemio, nacido en Erasbach, actual Alemania, el 2 de julio de 1714 y fallecido en Viena el 15 de noviembre de 1787.
En su obra fue fundamental su conocimiento de la ópera francesa, la tragédie-lyrique de Jean Baptiste Lully y Jean Philippe Rameau, que tuvo oportunidad de estudiar en Viena. Influido por ella dio a conocer en 1761 el ballet Don Juan y la ópera Orfeo y Eurídice (1762), con libreto de su colaborador Raniero di Calzabigi. Esta reforma, sistematizada con detalle en el prólogo de su posterior trabajo, Alceste (1767), intentaba devolver a la ópera el espíritu de la tragedia griega.

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